La "Gran Redada"

Los gitanos, un pueblo cuya historia comienza en India, pero que termina de formarse en Europa, sufrieron durante toda la Historia de España diferentes discriminaciones y leyes antigitanas. Entre ellas está la Gran Redada, un proyecto antigitano que se llevó a cabo en 1749.

En el siglo XV, el primer grupo de gitanos proveniente de Europa central, entró en la península ibérica desde los Pirineos. Este grupo fue considerado como oriundo de Egipto Menor (Chipre y Siria, aunque algunos historiadores lo sitúan en la Capadocia turca o el Peloponeso griego), por eso mismo se les dio el gentilicio de exipciano que más tarde fue evolucionando a egipciano, egitano, y finalmente hasta el que conocemos todos, gitano. 

Aunque el primer grupo de gitanos que entró en la península ibérica provenía de Europa central, que es donde se llevó a cabo su verdadera formación con la mezcla de la población europea que no era gitana, el origen del pueblo gitano se encuentra al noroeste de la India. Sobre la fecha de inicio de esta inmigración gitana, existe una hipótesis que cree que se remonta alrededor del año 1000 y que se produjo hacia el Occidente porque hacia Oriente chocaban con la sierra del Himalaya. 

Este grupo de gitanos que emigraron hacia Occidente estaban liderados por hombres con títulos nobiliarios (condes, duques). Para poder llevar a cabo esta emigración necesitaron salvoconductos y cartas de protección hechos por emperadores y otras personalidades de la época como, por ejemplo, el papa. Por los documentos que tenemos del siglo XV, podemos saber que los gitanos declaraban que su emigración iba a durar siete años, por lo que cuando se superó ese tiempo, tuvieron que buscar nuevos métodos para alargar su protección como, por ejemplo, una carta papal como la que presentaron el llamado duque Miguel de Egipto y sus seguidores en 1422 en Basilea. 

Los gitanos fueron recibidos con amabilidad hasta 1499, cuando los Reyes Católicos emitieron la primera pragmática o ley anti gitana. 

La percepción de la figura de gitano cambió hasta ser relacionada con el vagabundeo, oficios poco lícitos o amancebamientos. Esto llevó a los Reyes Católicos a llevar a cabo una política asimiladora y, cuando no fue posible, se utilizó al legislador para establecer penas durísimas. Por ejemplo, 100 azotes y destierro si no se asentaban o abandonaban los reinos en 60 días. A la segunda vez, se les cortaba las orejas, 60 días en la cadena y destierro, además, podían convertirse en esclavos si alguien los tomaba para toda la vida. 

Con el paso del tiempo y el cambio de monarcas, estas penas que se aplicaban contra los gitanos fueron evolucionando convirtiéndose cada vez en penas más duras y, desde mi punto de vista, muchísimo más crueles. Por ejemplo, Felipe II en 1619 emitió una ley que decía que todos aquellos gitanos que no salieran del Reino en seis meses si no se avecindan en ciudades de más de mil habitantes se les aplicaría la pena de muerte. Además, en esta ley se les daba 200 azotes y seis años de galeras (remar en las galeras del rey) si usaban la lengua, traje o trataban con ganado. En el caso de las mujeres se les desterraba. También está la pragmática de 1717 de Felipe V, donde se les mandaba a galeras si no vivían en los 41 pueblos asignados (donde pudiesen controlarlos), azotes y destierro para las mujeres, presidios para niños de 14 y 15 años e incluso se castigaba a los no gitanos si estos ayudaban a un gitano. 

No obstante, solo una vez se llegó a decidir el exterminio o expulsión total de los gitanos mediante la autoridad máxima (el rey, en este caso Fernando VI), esto ocurrió en 1749 y se le llamó Prisión General o Gran Redada. 

La Gran Redada o Prisión General de 1749 fue un proyecto de exterminio del gitanismo, que en aquella época se entendía como un comportamiento asocial que quebrantaba el pacto social establecido entre los gobernantes y súbditos. Fue autorizada por Fernando VI (rey de España) y organizada en secreto por el marqués de la Ensenada (un estadista y político ilustrado español que fue consejero de Estado durante los reinados de Felipe V, Fernando VI y Carlos III). No obstante, el precursor de este proyecto fue don Gaspar Vázquez Tablada, obispo de Oviedo y gobernador del Consejo de Castilla, principal centro de poder de la estructura de gobierno de la Monarquía Hispánica durante la Edad Moderna. 

Constó de dos operaciones de aprisionamiento, una entre la noche del 30 de julio de 1749 y la madrugada del día siguiente y otra a partir de la tercera semana de agosto (Cataluña y algunas localidades a donde no llegó la orden inicial de prisión, especialmente Málaga, Cádiz y Almería).

En 1745 se abrió un expediente que tenía como fin acabar con el gitanismo en España. Don Gaspar Velázquez Tablada, desde su llegada al Consejo de Castilla, trató de recordar que se debía cumplir las reales pragmáticas y distintas leyes antigitanas ya que el pueblo gitano resultaba socialmente peligroso. Dado a que las anteriores medidas no habían resultado eficaces se decidió adoptar medidas más drásticas. El destierro no resultaría eficaz ya que desterrarlos a las colonias podría ser malo para estas por su comportamiento “alborotador y escapista” (dice el autor de Historia del pueblo gitano en España, debido a que, en aquella época, durante la Gran Redada, se les calificaba así) por lo que se optó a la reclusión total del pueblo gitano. Este encierro se realizaría al mismo tiempo en todo el país mediante el ejército, quienes debían hacerlo sigilosamente para evitar futuros problemas. Además, esta reclusión sería separada en grupos de hombres y mujeres para poder así conseguir el completo exterminio del gitanismo. Los hombres, serían enviados a los arsenales de los tres departamentos de Marina, sustituyendo a los peones que trabajaban en sus construcciones y mujeres y niños serían enviados a depósitos-prisiones.

Este proyecto no se realizó hasta 1749, momento que consideraron el más oportuno debido a que gracias a la pragmática de 1717 se podía conocer perfectamente los lugares de domiciliación de, al menos, 800 familias gitanas. 

El marqués de la Ensenada, asumió como propia la operación decidiendo que se debía apresar a todos los gitanos sin distinción alguna y que los bienes de los gitanos serían confiscados y subastados para poder ayudar a costear los gastos que suponían este proyecto. 

La noche del miércoles 30 de julio de 1749 comenzó la operación. En algunas ciudades el ejército ocupó los barrios donde vivían los gitanos para impedir que se fugaran, mientras que en otras ciudades bastó con citarlos para que acudieran a las oficinas del corregimiento (demarcaciones territoriales con fines administrativos que existieron hasta 1835, año en el que la administración municipal se reorganizó bajo la reina Isabel II). En esta primera parte se consiguió capturar sobre 9000 personas, los cuales eran mayoritariamente los gitanos que se encontraban asentados en una residencia fija. 

Debido a que no se logró capturar a todos los gitanos y gitanas, ya que algunos de estos escaparon y otros vivían en lugares no habilitados por la pragmática de 1717, el marqués de la Ensenada ordenó a todas las autoridades del país que apresaran a todo gitano sin importar su sexo y edad. 

En cuanto a los gitanos que vivían en matrimonios mixtos, se decidió que se aplicaría el ius mariti, es decir, solo se absolvería a la parte gitana cuando el marido no lo era.

No obstante, aunque el inicio de este proyecto resultó eficaz no resultó así con el resto. 

Primero, se superaron todas las previsiones para poder soportar el alojamiento, alimentación, vestuario y vigilancia de tan elevado número de presos. En segundo lugar, la llegada de todos estos reclusos provocó muchos problemas de logística en los depósitos en los que debían instalarse. En tercer lugar, se necesitaban muchas tropas de vigilancia, comida y espacio, pero el secreto de la medida había desbordado y sorprendido a las autoridades que recibían a los presos. En cuarto lugar, debido al gran número de personas capturadas lo cual destrozó todas las posibilidades de acomodo para estas se desviaron muchas presas y niños a Sevilla y Valencia, cuando el plan inicial era llevarlos a Zaragoza, Denia y Málaga. 

También, se pretendía que todas las personas apresadas trabajaran, pero en el caso de las mujeres esto no se consiguió debido a la falta de interés de los intendentes (funcionarios, introducido en España y en la América hispana por Felipe V, gozaba de amplios poderes y tenía como misión la recaudación de tributos y la dinamización económica, a través del control de las autoridades locales, el cuidado de las reales fábricas… a veces también hacían de corregidor en las oficinas de corregimiento), de los depósitos a los que se les enviaba, la poca docilidad de las reas y la situación de insalubridad entre otros condicionantes. En el caso de los hombres, tampoco se consiguió ya que se vio que salvo los herreros, los detenidos no tenían especialización laboral. Por otro lado, el espíritu levantisco (según dice el autor en su libro) de los gitanos provocó un ambiente propicio para los intentos de fuga.

Después de que la operación no saliera como tenían planeado, fueron liberando a aquellos gitanos que se consideraban “buenos”, aquellos que estaban integrados en la sociedad. Con el tiempo, se fue liberando poco a poco a algunos presos hasta que, en 1763, Carlos III encargó al Consejo de Castilla que comunicaran a los gitanos su inminente liberación a los gitanos que aún estaban presos desde la Gran Redada de 1749.

Finalmente, este episodio malo e injusto que vivieron los gitanos terminó de forma definitiva en 1765 después de que se hubiese liberado a todos los presos. Sin embargo, esto no supuso el fin de la discriminación de los gitanos y la aceptación total de estos. Estos siguieron sufriendo discriminaciones y genocidios durante la Guerra Civil, la Dictadura de Franco y fuera de España, en el Holocausto, donde fueron asesinados entre 200 mil y 800 mil gitanos. 

Aunque hoy en día los gitanos estamos también más integrados en la sociedad y ya no existen discriminaciones tan grandes como antes, sí que siguen existiendo en nuestro día a día, por ejemplo, en el diccionario de una institución cultural española, la RAE (Real Academia Española), donde anteriormente había una acepción de Gitano en la que decía “que estafa u obra con engaño”, que fue cambiada en 2014 por “trapacero” "que con astucias, falsedad y mentiras procura engañar a alguien en un asunto". Lo que demuestra, que aunque la situación de los gitanos ahora está muchísimo mejor, se sigue teniendo una mala idea de ellos por algunas personas. 

Ramón Fernández

2º Bachillerato B

 

Bibliografía

Agüero Fernández, Silvia (30.07.2020), “Prisión General de Gitanas: la Gran Redada de 1749”. arainfo.org, disponible en: https://arainfo.org/prision-general-gitanas-la-gran-redada-1749/

- “Consejo de Castilla” de Wikipedia, disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Consejo_de_Castilla

- “Corregimiento” de Wikipedia, disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Corregimiento

- Fundacion Secretariado Gitano (2015), “Las acepciones de ‘Gitano’ en el Diccionario de la RAE”, gitanos.org, disponible en: https://www.gitanos.org/actualidad/dossieres/108716.html

- “Gaspar José Vázquez Tablada” de Wikipedia, disponible  en: https://es.wikipedia.org/wiki/Gaspar_Jos%C3%A9_V%C3%A1zquez_Tablada

“Gran Redada”  de Wikipedia, disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Gran_Redada

- “Marqúes de la Ensenada” de Wikipedia, disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Marqu%C3%A9s_de_la_Ensenada

- “Holocausto” de Wikipedia, disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Holocausto

- “Intendente” de Wikipedia, disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Intendente

Martín Sánchez, David (2018) Historia del pueblo gitano en España, Madrid, Ed. Los Libros de la Catarata.

 

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